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viernes, 27 de enero de 2012

El Aborto

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¿Sabe Ud. que se han encajado los embriones humanos en plástico de modo que se vendan como pisapapeles? ¿Ha leído que se han hecho los cultivos de tejidos en los laboratorios por arrojar los fetos todavía vivientes en los molinos de carne, así pulverizando sus cuerpocitos? ¿O, ha oído Ud. que en Finlandia los bebés abortados fueron rebanados abiertos mientras vivían para sacar sus hígados—sin anestesía? Ahora, se dice que en China algunos están cocinando una sopa de los fetos abortados para comer, pensando que esa acción les concede una salud especial. ¿Qué hacemos? ¿Qué hace la raza humana en estos días tan crueles? Parece que el aborto va casi desenfrenado por todas partes del mundo. Aún en varias partes de América Latina la cifra de los abortos es muy alta. Una fuente de información dice que en la Ciudad de la Habana, por ejemplo, «se hace un promedio de 15 [abortos] diariamente de lunes a viernes.» Y «eso sin contar las regulaciones menstruales.» Pero, el aborto no está limitado a la capital de la Perla de las Antillas. Se practica por muchas partes del mundo ambos occidental como oriental. Hay millones de abortos anuales en Estados Unidos, por ejemplo. Pero, ¿qué dice la bíblia respect al aborto? ¿Tiene la mujer el derecho de terminar su embarazo cuando ella decida? ¿O, es el aborto el homicidio? Este estudio es para analizar la cuestión del aborto y la bíblia. Aquí declaro terminantemente que el aborto es el homicidio. De acuerdo con los principios bíblicos, abortar a un feto humano es lo mismo que la destrucción de una vida humana, y por eso es el homicidio. En primer lugar, hay que decidir la cuestión de la santidad de la vida humana. Claro, que este punto está en tela de juicio. ¿Entonces, cómo decidimos si la vida es sagrada o no? Bueno, en el comienzo hay que contestar, ¿cómo se puede distinguir entre lo bueno y lo malo en general? Existen por lo menos dos respuestas más generales: una es el relativismo moral. El relativismo moral sostiene que una cosa es buena o mala solamente como es relativa a los deseos y los criterios del individuo. Por eso, para este concepto no existe la maldad verdadera y objectiva. Si la sociedad piensa legalizar una acción, entonces es buena esa acción, según el relativismo moral. Basado en esa idea, los Nazis de Alemania en la Segunda Guerra Mundial hubieran sido justificados al asesinar a tantos judíos, puesto que los alemanes habían decidido que eso fuese bueno. Por eso, es claro que el relativismo moral destruye cualquier base para la ley civil y para los derechos humanos. Cae en la trampa del concepto que «el poder es el derecho.» Otro concepto de lo que es lo bueno o lo malo es el objectivismo moral. En vez de sostener que la moral es relativa al individuo o a la sociedad, el objectivismo moral sostiene que que la moralidad reside en una ley más alta que la voluntad propia de cualquer sociedad o individuo. Dice que existe una norma transcendental. Esa norma es objectiva en vez de ser subjectiva. Por lo tanto, lo que es bueno es bueno, no importa si lo acepto personalmente o no. Esa norma no puede ser nada menos de la voluntad de Dios como es revelada en la bíblia (2 Timoteo 3:16,17). Génesis 1:27 dice que el hombre es creado a la imagen de Dios. Después del diluvio, Dios le divulgó para Noé un principio universal, a saber: «El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre.» El hecho que el hombre es creado a la imagan de Dios es la razón por la cual la vida humana es sagrada. La regla universal es que el asesino debe de sufrir la pena de muerte porque la vida humana es sagrada. Por consiguiente, la vida humana merece la protección de la ley civil también (véase Romanos 13:1-8). No obstante, aquellos que dicen que «el aborto sí es justificado en algunos casos» argumentan muchas veces a base del relativismo moral. Dicen que si la mujer decide abortar al feto dentro de su vientre, es su propio derecho. Sin embargo, hay que señalar que si esa criatura dentro de su vientre es una vida humana, entonces ella no tiene ese derecho. Al fin y al cabo, la bíblia y la ciencia están de acuerdo: el feto es una vida humana. En segundo lugar, la bíblia condena la acción de quitar la vida inocente. Apocalipsis 21:8 dice que los homicidas tendrán su parte en el lago que arge con fuego y azufre. Además, Proverbios 6:16-17 advierte: «Seis cosas aborrece Jehová, y aun siete abomina su alma: Los ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos derramadores de sangre inocente.» Por falta del espacio, basta aquí detenernos en la tercera cosa que Dios aborrece: las manos derramadores de sangre inocente. No cabe duda, ¡las manos del médico abortista son derramadores de sangre inocente! Por tanto, ¡Dios aborrece las manos del médico abortista, y de las mujeres que participan en esa acción tan cruel! En tercer lugar, es cierto que el feto dentro del vientre de la madre es un ser humano. Por eso, tiene derecho de la plena protección de la ley civil. Primero, este punto es establecido científicamente. Desde el momento de la concepción, ya existe una nueva persona humana. No es meramente una «extensión» del cuerpo de la madre. De hecho, la única diferencia entre la fecundación del huevo, hasta el niño nacido, hasta el adulto, hasta la muerte del anciano es el pasaje del tiempo—¡nada más! Desde el momento de la concepción, el feto ya tiene su propio código genético distinto del código de la madre o del padre. Todo lo que llegará a ser biológicamente a través de toda su vida ya está escrita en ese código genético. No es vegetal tampoco animal tampoco un pedazo de tejido. Es un ser humano. Por ejemplo, el corazón late desde las tres semanas de la gestación. No es corazón de la madre ni de algún animalito, ¡es corazón humano! El argumento que dice que esa vida no es viable, o sea que todavía no puede sobrevivir solo, y que por ende no merece la protección de la ley, simplemente es absurdo. No es argumento consecuente por la misma razón de que tampoco pueda sobrevivir a solas el infante recién nacido. De hecho, no puede sobrevivir solo el niño de dos, tres, o hasta los cuatro años en la mayoría de los casos. No importa si depende todavía de la madre. Entonces, científicamente, el feto es un ser humano. Si tenemos el derecho de matar al feto por no ser viable, entonces lógicamente tendríamos el derecho de matar al niño de tres o cuatro años de edad. Segundo, se establece bíblicamente que esa vida no-nacida es un ser humano. En Lucas 1:39-44 tenemos la prueba de que la vida no-nacida no es meramente «un feto» sino «una criatura» o sea «un infante.» Versículo 41 dice: «y aconteció que cuando oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre….» En el griego original de este texto, la palabra traducida «criatura» en la Reina-Valera es brefos, y quiere decir «un infante.» Aquí se refiere a Juan el Bautista no-nacido. Entonces, es un niño. No es solamente una extensión del cuerpo de la madre. Además, Job 3:11-19 indica que es posible para la vida no-nacida morir en el vientre. Claro, que ya sabemos este hecho triste. Pero, Santiago 2:26 explica que la muerte es la separación del cuerpo y espíritu. La «muerte» es igual al cuerpo menos su espíritu. Por eso, la «vida» es igual al cuerpo más el espíritu. Dado que el feto puede «morir,» entonces ya tenía su espíritu que se separa del cuerpo en la muerte. Otros textos también indican que la humanidad del individuo no es ligado al momento de su nacimiento sno que ya existe antes mientras la criatura es está formando en el vientre (Salmo 139:13-15). El salmista exclamó a Dios, «Porque tú formaste mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre» (versículo 13). El versículo 16 agrega: «Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escrits todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas.» El salmista se consideró a sí mismo como una persona individual aún antes de su nacimiento. Jeremías 1:5 es otro texto parecido. Por lo tanto, el feto es un ser humano inocente. Dios aborrece las manos que derraman esa sangre. Dios aborrece el aborto. La única esperanza para los abortistas es el perdón de Dios que viene por la fe, el arrepentimiento, la confesión, y la inmersión (bautismo) en Cristo.