http://ministros-delnuevopacto.blogspot.com/p/concordancia.html

viernes, 27 de enero de 2012

Adulterio según la Biblia

Vea este estudio completo aqui

El mandamiento divino dice: “No cometerás adulterio”. (Éxodo 20:14; Deuteronomio 5:18). En nuestros días, este pecado parece extenderse más aprisa que nunca. Los periódicos y revistas sensacionalistas, radio, televisión, Internet, y todos los medios de comunicación, junto con el cine y el teatro, no sólo colaboran en su extensión, sino que lo promueven y presentan como una opción válida. Es más, la inmensa mayoría de los personajes admirados por las masas son fornicarios y adúlteros confirmados. ( Jeremías 23:10a.) Dos estudios recientes y fiables dan resultados más que alarmantes. Naturalmente, ambos fueron realizados en los Estados Unidos de América. Nuestra sociedad es más hipócrita y mira en otra dirección. El informe “Janus sobre Comportamiento Sexual” señala que “más de un tercio de los hombres y un cuarto de las mujeres reconocen haber tenido al menos una experiencia sexual extramatrimonial”. El segundo de los estudios es la encuesta realizada por el “Centro de Investigación de la Opinión Nacional ”, de la Universidad de Chicago, en el cual los resultados fueron bastante parecidos. Si alguna vez hemos pensado que esto debe ocurrir entre los no cristianos, pero no es posible que tales cifras puedan darse dentro de las iglesias evangélicas, estamos completamente equivocados. Es verdad que las normas morales que enseñamos son efectivamente más elevadas, y consecuentemente los porcentajes son más bajos, pero las investigaciones son igualmente alarmantes. En un número de la revista “Newsweek” del año 1997 se publicó el resultado de una encuesta en la que se mostraba que el 30 por ciento de los ministros protestantes varones habían mantenido relaciones sexuales con mujeres fuera de su matrimonio. La revista “Christianity Today” hizo una encuesta entre pastores y el resultado fue que el 12 por ciento de los consultados (mil) reconocieron haber mantenido relaciones sexuales con una mujer que no era la suya. Cuando la encuesta se extendió a un número igual de laicos subscriptores de la revista, los resultados hallados fueron aproximadamente del doble de casos. El “Journal of Pastoral Care”, en el año 1993, publicó una encuesta realizada entre pastores bautistas del sur, en la que el 14 por ciento reconocía haber participado en “alguna conducta impropia de un ministro cristiano”. También señalaba dicha encuesta que el 70 por ciento de los pastores había aconsejado al menos a una mujer que había mantenido relaciones sexuales con otro ministro. En el año 1988, una encuesta realizada por la revista “Leadership” entre mil pastores dio por resultado que el 12 por ciento de los consultados habían tenido alguna relación sexual fuera de su matrimonio, y que el 23 por ciento de ellos había realizado algún acto impropio de un ministro cristiano. La infidelidad marital destruye millones de matrimonios y familias, y es la primera causa de divorcio. Pero, a pesar de que las consecuencias del adulterio son devastadoras, Nuestra sociedad sigue aceptando los mitos que lo rodean, admirando realmente a quienes lo practican. La hipocresía de nuestra sociedad se manifiesta en este asunto muy claramente. Salvando las distancias, es muy semejante al tema de los programas “basura” de la televisión, respecto a los cuales la mayoría de quienes manifiestan despreciarlos son realmente espectadores asiduos. * Mitos y Realidades: ¿Cuáles son los principales mitos respecto al adulterio? El primero de ellos es que el adulterio tiene que ver principalmente con el atractivo sexo. Las parejas de las aventuras adúlteras no suelen escogerse por su atractivo, sino por satisfacer necesidades que el cónyuge no satisface, principalmente el compañerismo, la comunicación y los vínculos emocionales. Esto ocurre incluso entre quienes mantienen convicciones morales o religiosas muy fuertes. Son las áreas emocionales no atendidas las que crean el vacío peligroso en la vida de la persona. (Harley, Willard, “His needs, Her needs: Building an Affair-Proof Marriage”). El Dr. Frank Pittman encontró en su propio estudio personal del tema que muchos de sus pacioentes que mantenían aventuras amorosas mantenían una sana vida sexual con sus cónyuges, pero no gozaban de in timidad, cariño, ternura, comunicación y demás vínculos emocionales. Su conclusión es muy significativa: “Las aventuras tienen una probabilidad de darse tres veces mayor de ser la búsqueda de un “compinche” que de un mejor orgasmo” (Pittman, Frank, “Privarte Lies: Infidelity and the Betrayal of Intimacy.) Otro de los mitos más extendidos es la creencia en que el adulterio tiene relación con el carácter de las personas. Esto se asemeja bastante al asunto de los alcohólicos, quienes eran tenidos antiguamente por personas de muy débil carácter, lo que les impedía tener dominio propio ante la bebida. Sin embargo, hoy todos sabemos que se trata de una enfermedad adictiva que, si bien no justifica su comportamiento, requiere un tratamiento específico de auto-ayuda y terapia grupal; pero, en ninguno de los casos es atribuible a mera debilidad de carácter, si bien es también cierto que no todos los borrachos son alcohólicos, sino que muchos llegan a serlo por su indulgencia con la bebida. Del mismo modo que el divorcio influye familiarmente en la consideración del divorcio por parte de los hijos, cuando éstos lleguen a la edad adulta –la estadística al respecto es contundente—existen hoy evidencias psicológicas crecientes respecto al hecho de que el comportamiento adúltero de los padres influye también en los hijos. Esto confirma la olvidada enseñanza bíblica de que los pecados de una generación pasan de alguna manera a la siguiente, a menos, claro está, que haya arrepentimiento y fe obediente. (Éxodo 20:5-6; Deuteronomio 5:9-10.) Otro mito muy extendido es que el adulterio es realmente inofensivo. Bastantes publicaciones de divulgación psicológica barata presentan la infidelidad matrimonial –naturalmente, con nomenclatura suavizada, mediante expresiones tales como “flirteo, aventura, affair, etc.— como positiva. Una “aventurilla” –eso sí, procurando que no produzca demasiado arraigo— servirá para mitigar los efectos de las “crisis de los cuarenta o de los cincuenta”, devolverá alegría perdida, aportará más emoción al matrimonio, y nos convertirá en mejores amantes. Mucha responsabilidad de este mito recae sobre la industria cinematográfica y televisiva. El número de películas recientes que muestran el adulterio como una terapia para revitalizar al matrimonio y acabar con el aburrimiento y la monotonía, es bastante importante. (“El paciente inglés”; “Los Puentes de Madison”; “El Príncipe de las Mareas”, entre muchas otras). De lo que se trata es de suavizar el hecho, relativizar el pecado y la conducta moral, y mediante todo tipo de eufemismos propagandísticos, reducir la importancia del incumplimiento del mandamiento divino a simple opción de conducta o participación en juegos o actividades lúdicas inofensivas, tales como ir al fútbol o al cine. En definitiva, el engaño y la mentira se dulcifican hasta convertirse en lo que vulgarmente nuestra sociedad denomina “morbo”. Pittman afirma que “la infidelidad no radica necesariamente en el acto sexual propiamente dicho, sino en el secreto y el engaño… No se trata de con quién te acuestas, sino de a quién mientes o de quién te vengas.” (op. cit.) Naturalmente, lo que se oculta es que esa aventura ocasional puede transmitir una enfermedad sexual, acarrear inestabilidad al matrimonio, y terminar en divorcio y sufrimiento de inocentes.